LLEGÓ EL DÍA DE LA GRADUACIÓN DE MIS NIÑOS Y NIÑAS.
Iban tan guapos, con sus gorretes elaborados por sus mamás, sus pompones dándoles en sus caritas, sus camisas blancas...
Todos estaban muy entusiasmados; seguro que muchos no sabían qué era " ese acto " tan importante que los mayores no paraban de repetir...
Algunos afortunados pudieron leer un trocito de poesía que habían ensayado muy poquito en clase, ante la falta de tiempo que se genera siempre al finalizar el curso... Todos leyeron muy bien.
Al oír sus nombres se levantaban muy alegres, me daban un besito o un abrazo y yo les decía algunas palabritas cómplices al oído... tan bellos mis niños... nos hicieron llorar a los mayores.
Pero en lo más hondo de ese ambiente general de alegría, se respiraba una inmensa tristeza: ese acto significaba un final, el final de una relación de tres años. Debíamos darnos un adios, un hasta siempre, un nunca me olvidaré de vosotros, un os quiero mucho...
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